jueves, 3 de julio de 2008

Siempre Betsaida. Por Marc Corrales

Duele pensar que la fábrica de sueños ya no abra sus puertas un año más. Duele pensar que nadie más tendrá una infancia parecida a los que fuimos a la BETSAIDA.

Esos gritos en las filas del patio ya no se oirán más, esos empujones por los estrechos pasillos ya no se verán, esas carreras subiendo las escaleras desaparecerán... Pero los recuerdos de todos los que vivimos esos días NUNCA se olvidarán.

Aquellos profesores-maestros siempre estarán en nuestra mente: Tino, Pilar, Alberto, Jesús, Mª Dolores, Fátima, Maruja... Da igual quién fuera, todos tuvimos a “nuestros” profes y más tarde o más temprano los acabamos adorando y admirando.

En Betsaida, la enseñanza se impartía desde el respeto y desde la confianza. Siempre valía más la persona. Para nosotros el profe/a era como un padre/madre, pero fuera de casa, al que había que escuchar y respetar. Y para ellos éramos como sus hijos a los que tenían que educar y formar inyectándonos de vida y fuerza para que en un futuro pudiéramos volar solos. A mí me dieron alas. A mí me dejaron imaginar y soñar. Dejaron que me equivocara para luego aprender de mis errores. Como a todos mis compañeros, nos enseñaron a ser LIBRES.

Hablo con mis hermanos del colegio y recuerdo cosas que nunca querré olvidar. Ellos me cuentan cosas varios años anteriores a mí, pero que parecen las mismas historias con distintos personajes, y que yo también viví. Compañeros que siguen siendo amigos, excursiones a la Granja Escuela y Besalú, el entierro de la sardina, cena y viaje de fin de curso a Ibiza... y tantos etcéteras que tendríamos para escribir un libro.

Entre ríos de España, raíces cuadradas imposibles y carreras por el patio (aquel patio donde los de 8º parecían gigantes y donde había que esquivar a medio colegio para meter una canasta) aprendimos los valores de la amistad, el respeto y la confianza.

¡Cómo me gustaría poder volver atrás y sentarme en un pupitre junto a mis compañeros y poder respirar cada sabia palabra del profe Tino, responder a una dulce mirada de la señu Fati, recibir una colleja de mi padre/profe Jesús, escuchar la voz de la señu Pilar, abrazar al profe Alberto... poder reírme junto a mis amigos una vez más! Permanecer en ese sueño para siempre, alejado de los males del mundo. !Qué bonito sería! Pero es posible, sólo basta con cerrar los ojos y buscar en la carpeta de la FELICIDAD grabada en nuestro cerebro. Abrir esa carpeta y comenzar a volar como cuando íbamos a la BETSAIDA. Luego, claro, abrir los ojos, sonreír infinitamente lleno de energía y volver a enfundarte el disfraz de humano. Así siempre podrás recordar y sentir que soñaste, que viviste y que volaste porque te hicieron LIBRE.

PD: Dicen que la vida es un sueño. Que la vivas, que la disfrutes, que seas feliz. Y yo... soy FELIZ. Gracias BETSAIDA

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